Cómo funciona el turbocompresor del coche
La potencia que es capaz de generar un motor mecánico depende básicamente de la cantidad de oxígeno que es capaz de hacer reaccionar con el combustible. Por esta razón, los motores actuales, sobretodo los Diesel, incorporan un turbo que comprime el aire para que entre en la cámara de combustión la mayor cantidad de aire posible.
El turbocompresor está compuesto por una turbina y un compresor unidos por un mismo eje rígido, además de la carcasa de la turbina, la carcasa del compresor, el cojinete que soporta el eje, el sistema de lubricación y el sistema de refrigeración. La turbina está en contacto con los gases de escape mientras que el compresor está en el colector por donde circulan los gases de la admisión.
Los gases de escape, al salir calientes y con una presión considerable, hacen girar la turbina, que al estar unida por el mismo eje que el compresor de los gases de admisión, hacen que gire e impulse los gases de admisión generando presión y comprimiéndolos.
Este sistema tiene un defecto, y es que la presión del sistema va aumentando de forma ilimitada, lo que supone un gran peligro. Para evitar esto, los turbocompresores disponen de una válvula de descarga que abre cuando se excede la presión límite y suelta parte de los gases de nuevo a la atmósfera. Además, en el colector de admisión se incorpora otra válvula que abre de golpe y baja instantáneamente la presión.
Pero aún nos falta por explicar un elemento que llevan los coches con turbocompresores: el intercooler. El intercooler es un radiador que se en encarga de enfriar el aire que va a entrar en la cámara de combustión. Se incorpora debido a que el aire de admisión, al pasar por el turbocompresor y comprimirse, también aumente de temperatura, lo que hace que haya menos densidad de oxígeno y se provoquen autodetonaciones.
Los turbos más utilizados son los de geometría fija, los de geometría variable y los Twin Scroll. En las siguientes entradas, explicaremos cómo funcionan cada uno de ellos.